La Red Juntos es una herramienta con extraordinario potencial, porque es la única que llega en forma individual a las familias en la base de la pirámide.
Colombia es un país rico por sus recursos naturales, su biodiversidad, su pluralidad cultural y su tradición democrática, pero también tiene las mayores desigualdades sociales. Millones de familias no acceden a los frutos del progreso. A pesar de los adelantos en el desarrollo económico en los últimos 50 años, y de las diferentes políticas sociales implementadas, todavía no es posible afirmar que los resultados del crecimiento beneficien a las mayorías. Aunque ha ha habido avances, aún no hay señales de una disminución significativa de exclusión social. La meta número uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio es erradicar la pobreza extrema y el hambre. Concretamente, apunta a: I) reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas que sufren hambre, II) disminuir a la mitad, entre 1990 y 2015, la cantidad de personas cuyos ingresos son inferiores a un dólar diario, y III) conseguir pleno empleo productivo y trabajo digno para todos. En Colombia, el indicador de población por debajo de pobreza medido por ingreso autónomo es 45,5%, y de pobreza extrema 16,4%, duplica el índice promedio de América Latina de indigencia. Países con un PIB per cápita inferior, como El Salvador, Guatemala, Ecuador y Bolivia, registran menores tasas de pobreza. La expectativa de reducir la pobreza extrema 0,5 puntos porcentuales por año no se está cumpliendo. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Colombia, según el informe de Naciones Unidas del 2010, es el más bajo de los países de la región del llamado Desarrollo Humano Alto: registra un IDH por debajo de Chile, Uruguay, Panamá, México, Costa Rica, Perú, Brasil y Ecuador. ¿Qué se requiere para cambiar esta realidad? Existen muchas teorías sobre desarrollo social, pero no hay una fórmula mágica, cada sociedad debe encontrar su propio camino. Los países que tienen alta proporción de población pobre, requieren diseñar e implementar una estrategia de promoción social, necesitan adoptar un conjunto de intervenciones dirigidas a impulsar a las personas que carecen de los medios y oportunidades para mejorar situaciones de privación y vulnerabilidad. En sociedades con grandes desigualdades sociales como la colombiana, hay que introducir políticas redistributivas y combatir aquellos mecanismos estructurales, económicos, sociales, políticos, que perpetúan las injusticias sociales. Retos de la movilidad social en Colombia. En el país se invierten grandes recursos, del Gobierno Nacional y de los entes territoriales en salud, educación, vivienda, generación de ingresos y subsidios condicionados para atender a los segmentos más pobres. El sector privado hace inversiones a través de fundaciones privadas y en forma directa. Existen las ONG que trabajan en las comunidades más pobres y cumplen la función de llenar algunos vacíos que deja la institucionalidad, aunque no han tenido el impacto esperado. Para la sociedad en general, pero para los gobiernos en particular, hay un reto de cambio de mentalidad, al pasar de la asistencia al empoderamiento, de la inercia a la innovación, de cobertura a cobertura con calidad, de administrar a emprender, de remar a timonear y del diagnóstico a la acción. La ruta directa: Red Juntos. El economista Jagdish Bhagwati nos enseña que para superar la pobreza hay dos rutas de política: a) la indirecta, es decir, la utilización de recursos para acelerar el crecimiento y consecuentemente impactar los ingresos y las condiciones de vida de los pobres; y b) la directa, o sea, la provisión de servicios básicos: educación, salud, vivienda y transferencias para elevar los niveles de vida. En Colombia, la ruta indirecta ha sido definida a través de las 'locomotoras' para la creación de empleo: vivienda, minería, infraestructura, agro e innovación. Se estima que estas generarán dos millones y medio de empleos y reducirán los niveles de pobreza medidos por ingreso autónomo de 45,5 a 38%. También podrán aumentar el empleo y reducir los índices de pobreza, pero probablemente tendrán menor impacto sobre la desigualdad, porque los más pobres –aquellos en la base de la pirámide de ingresos–, por lo general no disponen de condiciones y competencias para acceder a estos empleos. Por esta razón, y dadas las grandes desigualdades que existen en el país, se requiere implementar la ruta directa a la reducción de pobreza extrema. Por ello se creó la Red Juntos hace más de 3 años, cuyo fin es ofrecer atención prioritaria a la población en pobreza extrema. La Red coordina acciones de 17 entidades del orden central para llevar una oferta integral de servicios sociales a las familias más pobres. En pocas palabras, articula oferta y demanda. La Red Juntos es una herramienta con extraordinario potencial, porque es la única que llega en forma individual a las familias en la base de la pirámide a través de una red de 8.900 enlaces familiares llamados Cogestores Sociales. Gracias a la Red y su sistema de información Info-Juntos, los más pobres de Colombia ya no son sólo un porcentaje, son familias con nombres y apellidos. A cada una (más de 1'300.000) se le hace un acompañamiento individual para ayudarles a alcanzar los logros que les permitan escapar de su condición de miseria. La Red aún no ha logrado la efectividad deseada, porque no se han podido superar las barreras de acceso a la oferta necesaria para el alcance de los logros. En unos casos, los problemas son el desconocimiento de los cogestores de la oferta, en otros, la oferta no es pertinente, y en otros, el problema es la falta de oferta misma. Existen problemas de focalización, falta de capacidad local o de recursos. Red Juntos también ha tenido dificultades identificando las condiciones bajo las cuales las familias podrían prescindir del acompañamiento. El desafío es identificar los logros que más impactan los indicadores de pobreza. Es claro que la generación de ingresos y una vivienda saludable son elementos catalizadores. Hay situaciones de economía política por abordar; los gobiernos locales no están obligados a proveer los servicios necesarios ni se les obliga a cumplir con altos estándares de calidad en sectores claves. En este sentido, el rol del Gobierno Nacional tiene limitaciones. Por estas razones, la Alta Consejería para la Prosperidad Social, el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Protección, y Acción Social han decidido fortalecer y darle un gran impulso a la Red Juntos y convertirla en la gran herramienta del Plan Nacional de Prosperidad Social. Una propuesta renovada: Unidos. Por casi cuatro años de implementación, la Red Juntos ha asumido una posición de autocrítica que ha permitido a investigadores y organismos multilaterales trabajar en conjunto para identificar restricciones de acceso y otros problemas que impiden su efectividad. El Plan Nacional de Prosperidad que lanzará el Presidente hoy en Quibdó, busca implementar todas estas lecciones y beneficiarse de exitosas tendencias y experiencias internacionales, como es el caso de la filantropía estratégica, de la innovación social y de los negocios inclusivos. El Plan recoge los insumos de las 20 entidades que la integran, y de valiosos aportes por parte de organismos como el Banco Mundial, el BID, Usaid, organizaciones privadas, gremios, entidades sociales y líderes comunitarios. Unidos consiste de seis estrategias y su meta es lograr que 350.000 familias superen la pobreza extrema entre 2011 y 2014. Diez de las empresas más importantes del país están acompañando al Gobierno Nacional en este esfuerzo: Alpina, Davivienda, Almacenes Éxito, Coca-Cola, Cerrejón, Exxon Mobil, Ecopetrol, SabMiller, UNE Telecomunicaciones y Usaid. Con su apoyo se está creando el primer Fondo de Innovación Social en Colombia, que entregará inicialmente 500 millones en capital semilla para impulsar las mejores ideas dirigidas a superar problemáticas sociales. El reto de nuestra generación. Uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años en términos de desarrollo es que las políticas redistributivas son necesarias para que se logre verdadera reducción de pobreza en épocas de expansión económica. Por mucho tiempo se han medido nuestros esfuerzos por el monto de dinero gastado, el número de personas atendidas y la cantidad de alimentos y medicinas distribuidas. Hay que trascender este tipo de debate, pues el impacto se ve en el real mejoramiento de las condiciones de vida de las personas más vulnerables. No se trata sólo de invertir más, sino invertir mejor. Unidos como uno, podemos lograr la prosperidad para todos.
SAMUEL AZOUT.
Alto Consejero Presidencial para la Prosperidad Social.
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